un beso al
cielo
Ayer pasó una cosa que definitivamente
marcó mi vida para siempre, la muerte de mi tío. Fue una muerte muy repentina,
él estaba sano, trabajando, solo le faltaba algo que no lo dejaba en paz, su
papá y su esposa. Ambos fallecieron con un año de diferencia, sucesos muy
fuertes para cualquiera. No es fácil perder a nadie, mucho menos si son dos
personas tan importantes en la vida de uno.
Antes de que mi abuelito y mi tía
murieran, mi tío siempre decía que su propósito era amar a su familia, en
espacial a sus papás, su esposa, sus hijos y sus nietos. Así fue, siempre fue
un hombre muy amoroso, siempre nos decía que nada es fácil y que hay que
ponernos las pilas, pero que nada nunca va a valer la pena si no lo compartimos
con las personas que amamos.
Para mi tío es un ejemplo de amor y de
fortaleza, como siempre estaba con una sonrisa, animando a todos, repartiendo
amor, era muy bonito saber que él siempre iba a estar ahí, queriéndome y apoyándome
en todo.
Reflexionando de lo sucedió, me di
cuenta de que no podemos esperar a tener ochenta para cumplir nuestros sueños,
para amar sin miedo, para ser felices. Mi tío lamentablemente se fue sin
avisar, de un infarto fulminante, nadie sabe cuándo le toca. Tenemos que
cumplir nuestro propósito todos los días, no esperar a mañana, la otra semana,
al primero de enero o hasta que seamos abuelitos. La vida es un regalo, no
podemos desperdiciarlo.
Mi tío nos enseñó a todos eso, a amar
sin miedo, ser feliz aunque sea lo más difícil, porque a la larga a vida es
eso, amar. Yo creo que cada persona tiene dos propósitos, el primero es amar,
hacer todo con y por amor, ya sea a Dios, a su familia, a uno mismo, a amigos,
amar al que sea, pero todos estamos hechos por amor y para amar. Asimismo el propósito
que Dios inculca en cada uno de nosotros.
Me gusta como ves lo qué pasó como una enseñanza
ReplyDeleteSiempre estará con nosotros. Sin duda algo muy fuerte y doloroso pero que nos ha enseñado mucho y nos va a enseñar mucho más. Te quiero mucho
ReplyDelete